Ésta es una más de las miles de consultas que recibimos cada año en la Sociedad Española para el Estudio de la Ansiedad y el Estrés (SEAS). Las consultas que han sido seleccionadas pretenden servir de ejemplo a otras personas que sufren problemas similares. Reproducimos estas consultas, con muy pocas modificaciones. Nos hemos limitado a modificar los datos de identificación para conservar el anonimato de las personas que nos consultan.

Me llamo Carlos, pertenezco a un Cuerpo Policial y fui objeto de un atentado terrorista en el año 1.985, consistente en la colocación de un artefacto (bomba-lapa), colocado en los bajos de mi vehículo particular. Paso a relatar como ha sido mi vida a partir de ese momento:

Salgo de casa, y ya en la calle me dirijo a donde tengo estacionado el vehículo, desde la esquina de mi edificio observo una caja en los bajos del coche. Con cuidado me acerco. A unos 15 o 20 metros de donde lo tenía estacionado, observo nítidamente, que en el SUELO debajo del mismo hay una bomba-lapa, compuesta por un recipiente de plástico y con seis imanes bastante potentes, como para haberse desprendido de los bajos. Me doy una vuelta por la zona. No veo nada. Vuelvo nuevamente al vehículo y observo ya con detalle, la bomba-lapa, no tenía anclaje.

Sin pérdida de tiempo subo a mi domicilio y llamo a mi Jefe de Equipo y a la Oficina de Mando, al objeto de que manden inmediatamente personal del Cuerpo para crear un cerco en torno al mismo, así como que se desplace el Equipo a la máxima urgencia. En estos trámites, tarde unos 4 minutos. Cuando bajo, me pongo inmediatamente a dar vueltas por la zona, impidiendo el paso a toda persona, por el lugar. Los minutos se hacen eternos. No aparece nadie. Para mi fue una eternidad la espera. Por fin llegan las primeras Patrullas de la Policía Nacional, me identifico, les señalo el lugar donde está el artefacto y convenimos una zona de seguridad. Me quedo dentro de la zona de peligro, en evitación de que algunos niños pudieran entrar en la guardería que existía, justo enfrente a unos 2 metros del lugar donde está el artefacto. Por fin llegan los compañeros de Equipo y disponemos lo necesario para su desactivación. Lo primero que hacemos es sacarlo al aire. Una vez allí aplicamos las técnicas de desactivación y neutralización. Y cuando consideramos que estaba neutralizado, hace explosión el mismo, arrojando los imanes en trozos por todas partes. Tras la aplicación de esta técnica, el explosivo se activó y explosionó unos 4 o 5 segundos más tarde. Procedemos a la recogida de restos. Reconocimiento de todo el lugar. Y por los indicios, todo nos lleva a determinar que dicho artefacto contenía una segunda trampa. Es decir, si sacamos el detonador, nos hubiera explosionado, ocasionando en primer lugar mi muerte y la muerte o mutilación de mis compañeros. Un caso similar se había dado hacía unos meses en Guipúzcoa. Habiendo conseguido por tanto los terroristas el fin que perseguían. Y si en este caso no lo consiguieron, no fue porque no pusieran todos los medios para su fin, sino que mi actuación se lo impidió.

Una vez recogido el material, regresamos a Base. Es de significar que, durante el desarrollo de la desactivación y neutralización, estuvieron en mi domicilio observando todo el proceso, Mandos de mi Cuerpo.

Ya en Base, todo fueron felicitaciones y pedir que explicase como me había dado cuenta de la colocación del mismo, ante lo cual realice a instancias del Mando, una demostración práctica. Todos quedaron satisfechos y nuevamente fui felicitado por, yo creo que la totalidad de la plantilla de la Comunidad Autónoma en la que sufrí el atentado, incluyendo el Delegado del Gobierno y Jefe de la Comandancia, que independientemente de la felicitación se ofrecieron para todo lo que necesitase. La verdad, lo que yo más necesitaba era hablar con mi esposa, con la que no había hablado en toda la mañana, y por fin lo conseguí. Me quedé más tranquilo, al ver que ella estaba tranquila y en el domicilio de sus padres.

No recuerdo mucho más de la mañana, ya que estás en una “nube”, sabes y no sabes que has sido objeto de un atentado terrorista dirigido directamente contra tu persona. Recuerdo que fui a comer fuera con el Médico y éste me dio un tranquilizante, desconozco cual.

Durante la tarde iniciamos el Informe preceptivo que tuve que abandonar al ser requerido por el Jefe, toda vez que el Ministro deseaba hablar telefónicamente conmigo, lo que así se realizó, fui felicitado por el mismo y al igual que los anteriores se ofreció en todo lo que desease. Al término de dicha conversación el Jefe dijo que me iba a proponer para la Cruz de la Orden del Mérito, con distintivo Rojo, Cruz que es pensionada con el 15%; (a fecha de hoy, aún estoy esperando la propuesta). También me dijo que tenía que pedir otra provincia, quedando que al día siguiente le daría la contestación, ya que tenía que consultar con mi esposa. Lo que sí le supliqué, ya que este tipo de noticias al día siguiente las recogen todos los medios de comunicación, es que no facilitase mis datos personales a ninguno de estos medios. A la noche, no recuerdo la hora, hablé con un conocido periodista en su programa, preguntándome cómo se habían desarrollado los hechos y si estaba tranquilo (guardo la cinta). La verdad, no sé si estaba o no estaba tranquilo. Seguidamente unos compañeros, me llevaron a mi domicilio para pasar la noche, quedando en pasar al día siguiente a recogerme.

A la mañana siguiente, se personan los compañeros en mi domicilio y me llevan al Acuartelamiento. Y, primera sorpresa, en un periódico regional, en primera plana, aparecen mi nombre y apellidos. Me entrevisto con el Jefe y pregunto quién ha filtrado el nombre, aún espero la contestación. Le digo que, consultado con mi esposa, hemos decidido pedir otra Capital, dice que no hay problema, que lo gestionará con el Director General o Ministro. El resto del día lo paso realizando diversas actividades relacionadas con mi especialidad. Como nuevamente con el Médico y nuevamente me da un tranquilizante, sigo sin saber cuál era. Después de comer volvemos al Acuartelamiento y terminamos los informes. A la noche, de nuevo los compañeros me llevan a mi domicilio.

 

Al día siguiente otra vez como el anterior, me recogen de nuevo y vuelta al Acuartelamiento, el Jefe me pregunta que cuándo tengo las vacaciones, le digo que las inicio dos días más tarde, y me dice que adelante las mismas un día. Le quedo agradecido.

Salgo de vacaciones un día antes de lo previsto y me acompañan mi esposa e hijo de corta edad, así como mis cuñados y su hija, igualmente de corta edad.

PRIMEROS INDICIOS

 

Pasados unos días, no recuerdo con exactitud, me acerco al Acuartelamiento de la Capital de Provincia que había pedido, hablo con varios compañeros, la gran mayoría conocía lo del atentado, no así que verbalmente había solicitado como destino esa Capital. Me enseñan todo el edificio, así como oficinas.

Pasan los días y no llega el destino, llamo a la Capital de Provincia que había pedido y me dicen que no saben nada. Llamo a mi lugar de trabajo y ni el Jefe, que en la mayoría de las ocasiones estaba ocupado y no se quería poner al teléfono, ni mi Jefe de Equipo saben nada. Me extraña, ya que son destinos, que por desgracia lo sé, no tardan más de una semana en confirmarlos. Como quiera que el tiempo pasa y del destino no sabe nadie nada, optamos por adelantar la vuelta de las vacaciones, tenía 30 días, y sólo disfruté 15 días.

Ya de vuelta, me entrevisto con el Jefe y éste me dice, que lo ha pensado mejor y no ha cursado la petición, “ya que soy un hombre válido y que pida la baja del Grupo donde estaba hasta ahora, solicite Pabellón y quedo destinado en una Oficina”. Le contesto que lo tengo que consultar con mi esposa, son decisiones que nos conciernen a los dos (al matrimonio). Quedamos de acuerdo y así se lo hago saber al Jefe, solicito la Baja del Grupo y en el intervalo de tiempo, con el fin de garantizar mi seguridad hasta que me den el Pabellón paso a residir con los solteros (fue decisión del Jefe).

Mi esposa venía a las tardes con mi hijo y nos dábamos un pequeño paseo por los alrededores del Acuartelamiento. Aproximadamente unas 3 o 4 horas. Mientras tanto, durante las mañanas hago prácticas en la Oficina a la que se supone voy a pasar destinado.

De esta forma pasamos, si se puede decir pasar, el mes de julio y agosto. Ya en agosto viene la Baja del Grupo y empiezan los “bofetones”. Intento presentarme al Jefe, para comunicárselo, no me recibe, y a través de otro Mando, me hace saber su decisión: “paso destinado al peor sitio que pueda existir, donde todos los Servicios son cara al público”. De Oficina, nada de nada. Reitero una y otra vez el hablar con él, me paso toda la mañana en la antesala de su despacho, entra y sale, pero no me permite hablarle, me cierra la puerta de su despacho una y otra vez. Desesperado me voy. Le comunico a mi esposa lo ocurrido. Un palo para ella. Tengo que preparar toda la Uniformidad, y el primer Servicio que hago, al día siguiente, es “cara al público”, donde todas las personas me pueden ver bien. Recuerdo que algunos conocidos (civiles), asombrados me preguntaban qué hacía allí, esto sucedía a menudo, pero ¿qué les podía decir?

Este mismo mes de Agosto, se me “concede” un Pabellón, si a “eso” se le pueda llamar “Pabellón”, pues no hay agua caliente, no hay ducha, hay goteras y humedad por todas partes, ratas, etc. Mi esposa cuando lo ve, se pone a llorar de rabia, impotencia, etc. Yo también. Solicito mejora de Pabellón, se me concede, es algo mejor que el otro, instalamos una bañera, calentador de agua, colocamos persianas, etc., etc., lógicamente corro con los gastos. En el Grupo, que debía ayudarme a mejorarlo, me es denegada la ayuda. Uno de sus componentes, días más tarde me dice “que caso de que me ayuden en cualquier cosa, serán reprendidos”. Solicito una ayuda económica y se me contesta que me conceden 100.000 pesetas, de las de antes, pero tengo que devolverlas con intereses. ¡De locura!

Entre unas cosas y otras, observo cómo mi esposa va desmejorando, yo me considero una “DIANA” para los terroristas, cada día que pasa, y cómo los servicios son todos de cara al público y en zonas céntricas de la ciudad; cada vez me voy considerando más “DIANA” y “OBJETIVO” fácil para los terroristas. Llego a pensar que el Jefe hubiese preferido que me asesinasen, así sería estadística y de esta otra forma soy una “espina” que tiene clavada. Me pregunto ¿qué le habré hecho?, ¿qué le habré hecho a los compañeros?, ya que me esquivan, es como si tuviese la LEPRA. Antes era amigo de todos, ahora no se acerca nadie, salvo honrosas excepciones (3 ó 4). No me habla nadie, ni siquiera mi anterior Jefe de Equipo. Creo que voy a volverme loco. Hubiese deseado morir en el atentado o resultar herido.

No me atrevo a acudir a nadie, la única que me apoya, tras pedir en mi Cuerpo unas matrículas diferentes, al menos para poder ir a los sitios, es la Policía, que me facilita en el momento que se entera unas placas de matrícula para el vehículo.

Es más, llega a mis oídos un comentario que corre entre los compañeros, en el sentido de “que he sido yo quién se ha puesto el artefacto”, quedo hecho polvo, no consigo asimilar tanta maldad, en quienes hasta hace unos días me pedían favores y me saludaban afectuosamente, igual ocurre con los Mandos. Me es imposible apuntar, pero por mi esposa tengo que “tragarme todo” y seguir, como puedo.

Cada día que va pasando me pongo más nervioso, tomo sin que mi esposa lo sepa “TRANXILIUM 5 ó 10”. No quiero que me vea preocupado. No quiero que me vea nervioso.

Pienso que soy un riesgo para los compañeros con los que tengo que realizar el servicio. Me aparto de ellos. No permito que se me acerquen.

Igualmente pienso que soy un riesgo para mi familia, en caso de que el “comando” venga nuevamente a por mí, y las salidas son cada vez más dilatadas en el tiempo y siempre cerca del Acuartelamiento.

Soy un claro objetivo de la banda terrorista E.T.A., ya que el atentado ha sido dirigido directamente contra mi persona, y todos los servicios que hago son de cara al público, lo que conlleva que los terroristas, al igual que la persona que dio mi información, puedan localizarme con absoluta facilidad. El mundo se hunde para mí. Estoy totalmente desorientado. No consigo ayuda o apoyo de nadie. Intento ponerme en contacto con otras personas o entidades que apoyen a las víctimas del terrorismo y el resultado es negativo. Poco a poco me voy dando cuenta, que los vivos después de un atentado no interesan ni al Ministerio del Interior, a pesar de su ofrecimiento, ya que me ignoran, ni a la Institución a la que pertenezco, puesto que solicito ayuda, e igualmente se me ignora. Siento una soledad terrible. Es indescriptible lo solo que se puede llegar a sentir uno, a pesar de estar rodeado de gente. Esta soledad no se puede explicar. Posteriormente, escuché a una persona, víctima de atentado que es la “soledad del alma”, en principio no lo entendí bien, pero con el paso del tiempo sí que lo comprendo.

Allá por el mes de septiembre, empiezo con dolor de estómago y con problemas de gases, normalmente tomo “Aerored ” y hasta otra. Empiezo a sentir cansancio, me doy cuenta que me cuesta concentrarme, estoy siempre tenso, con temor, esporádicamente aparecen disfunciones como diarreas, dolor de cabeza, en algunas ocasiones vómitos, etc. Acudo al Médico y no se me detecta nada. Insiste machaconamente en darme la baja para el servicio, cada vez que lo visito, pero no me atrevo a aceptar, ya que sería darle una oportunidad al Jefe, para instruirme un Expediente y echarme del Cuerpo y, en ese caso, ¿cómo puedo mantener a mi familia, con la “miseria” de sueldo que te queda? Tengo que aguantar como pueda. Me duele de forma casi continua el pecho y se me hincha el estómago, igualmente tengo mareos, en ocasiones con pérdida del conocimiento durante breves segundos, ¡pero tengo que aguantar!; voy perdiendo peso y cada día que pasa estoy peor, los síntomas se presentan más a menudo, pero no sé identificarlos, más tarde en el tiempo llegaré a comprender, que son los síntomas del “ESTRÉS POSTRAUMÁTICO” (enfermedad que padezco en la actualidad). Estos síntomas los tengo que esconder, es decir, que mi esposa no se dé cuenta y que el Médico no los aprecie, en primer lugar para no cargar a mi esposa con más preocupaciones que las que ya tiene que soportar (vivir en el interior de un Acuartelamiento, casi no salir de casa, ya que la mayor parte del tiempo yo estaba de Servicio, etc.) y, en segundo lugar evitar la Baja en el Servicio y el consiguiente Expediente de Expulsión. Igualmente tengo que esconderlos ante los compañeros, alejándome de ellos, ya que pueden decírselo al Mando; en casa el problema es más llevadero, ya que al menor indicio, me encierro en el baño, hasta que se pasa.

Estoy totalmente desorientado, perdido, sólo, tengo ganas de morir.

Duermo mal, sueño con atentados, con bombas, con terroristas que me persiguen, con enfrentamientos armados; hasta el estallido de un petardo o un golpe seco, me sobresalta y asusta, parece que el corazón se va a salir por la boca y el pulso se acelera, como si fuese a tener un infarto. ¡Y sigo solo!, esta soledad me está matando, reiteradamente pienso que E.T.A. no me mató, pero que el Estado poco a poco me está matando, con una agonía prolongada y dolorosa (en ocasiones he pensado quitarme la vida, si no lo he hecho, ha sido por mi familia, mi esposa y mi hijo).

Mi soledad es tremenda, busco y no hallo a nadie con quién hablar, con quién compartir mis sentimientos, mis problemas. Me evitan los compañeros, me evitan los Mandos, me evitan algunos amigos civiles, me evita todo el mundo. ¡Soy un apestado!

Aproximadamente a finales del mes de septiembre, se persona en el lugar donde estaba prestando Servicio, un Mando, diciéndome que habían salido unas vacantes para una capital de provincia de una Comunidad Autónoma colindante y que hiciera el favor de pedirlas, ya que el Jefe, desconocía qué le pasaba, pero estaba obsesionado con mi persona, en el sentido de esperar a la menor falta para sancionarme.

Consulto con mi esposa y pido estas vacantes. Pasando destinado a dicha provincia, en el mes de mayo de 1986, pero no a la capital de provincia, sino a una localidad de unos 12.000 habitantes y a unos 6 kilómetros de la Comunidad Autónoma en la que sufrí el atentado. Se me cayó el “cielo encima”, En esta situación y acompañado por otro compañero estuve unos tres meses, el resto del tiempo, hasta pasar destinado a la capital de provincia (casi dos años mas tarde), estoy sólo. Sólo y con la salvedad añadida, que todos o casi todos los días veo a personas que vivían cerca de mi antiguo destino (donde sufrí el atentado), que van a pasar el día o fines de semana a una conocida zona de recreo y, que con anterioridad, cuando había pertenecido al Grupo del lugar en el que fui objetivo de ETA, los había detenido, bien por delitos comunes, bien por terrorismo.

Estando destinado en esta localidad, año 1987, se produce el brutal atentado contra la Casa-Cuartel de Zaragoza, solicito permiso a mi Jefe para acudir a Zaragoza, por si fuesen necesarios mis servicios y accede a ello. Lo que vi cuando llegué a dicho Acuertelamiento es imposible de relatar, era dantesco, más tarde supe que había ayudado a algunas víctimas y que habían fallecido las gemelas de un compañero de mi Equipo y gran amigo mío. Creo que estuve borracho al menos una semana. No recuerdo muy bien ni qué hice en esos momentos ni en los días posteriores, solo recuerdo que al cabo de unas dos semanas regresé al pequeño pueblo de 12.000 habitantes. De lo demás y a pesar de mis intentos por recordar, es como si tuviese una puerta “cerrada” que me impide el paso al interior. No lo consigo.

Cuando volví a este pueblo, no era el mismo que se había ido, algo cambió en mi interior.

 

El tiempo que permanezco en esta localidad, prácticamente no como, no tengo apetito, se acentúan los síntomas anteriores, llego a perder unos 8 kilos, teniendo en cuenta que mido 1’71 y pesaba 65 kilos, quedándome entre los 55 a 57 kilos (cómo puedo estar). Amargado, lleno de ira, me dio por beber, raro era el día que no iba a la cama ebrio. El horario que llevaba era de espanto, ya que cualquier cosa que ocurría me llamaban, no sé si dormía, sólo recuerdo que soñaba y me despertaba sin saber dónde estaba y bañado en sudor, las pesadillas eran diarias. Gracias a Dios que tuve un buen Mando y, me permitía ir todas las semanas a visitar a mi esposa e hijo; llegaba a casa sin fuerzas, no quería nada más que dormir. Ahora me doy cuenta, pero me perdí y no lo he vuelto a recuperar el crecimiento de mi hijo y, siempre mi esposa sola.

 

Mi hijo de 6 años, empieza a preguntar por qué nos hemos ido y dejado a sus abuelos, tíos, primos, amigos y colegio. ¿Qué le puedo decir? Que unas personas malas han querido asesinarme y traumatizarle también a él. No podemos ni debemos decirle la verdad, le damos las explicaciones más inverosímiles, pero creíbles.

 

Preguntó y se enteró cuando tenía 14 años, escuchó la cinta con la grabación de la entrevista de la radio y, entonces le explicamos la verdad.

 

Acudía regularmente al Médico, me recetaba vitaminas u otras sustancias y a seguir, pero nunca me hallaron nada físico. Nunca.

 

Por fin paso destinado a la Capital de provincia. Estoy nuevamente con mi mujer y mi hijo. El trabajo es absorbente, pero no importa, estoy contento. Paso una temporadilla bien.

 

Pero empiezo nuevamente con dolor de cabeza, mareos, diarreas, etc., etc., y para postre me salen unos eccemas en la parte posterior del cuerpo, espalda, cintura y nalgas. Vuelta con médicos. Vuelta a realización de todo tipo de exámenes, de estómago, no sale nada, de pulmones, ya que tenía sensación de no poder respirar. NADA. De corazón, me dolía el pecho y sentía palpitaciones. NADA. De las pruebas alérgicas. Tras muchos paseos de un sitio a otro, se me diagnostica que tengo “ALERGIA INDETERMINADA A UNA FIBRA DEL UNIFORME”, por lo cual se aconseja en Certificado Médico expedido por el Jefe del Servicio de Sanidad de la Capital de provincia, que no me ponga esta prenda. Y a pesar de ello, ocasionalmente me la tengo que poner, por imperativo del Mando. No tienen en cuenta el Informe Médico.

 

Todo lo relatado en el párrafo anterior sucede entre los años 1988 a 1990, los eccemas que los tuve por dos veces, fueron en el año 1989 y 1990.

 

Siguen los años. Siguen las molestias, de dolor de cabeza, de estómago, cansancio, dificultades de concentración, etc., etc. Durante todo el tiempo que permanecí en la Capital de provincia, había ocasiones en que me sentía “raro”, por aquel entonces no sabía explicar el por qué. Pasaba de periodos en los que estaba relativamente bien a periodos de total decaimiento, pero tampoco sabía el por qué. Empecé a notar, sobre el año 1985 que el estómago se me hinchaba, sin razón aparente y después volvía nuevamente a la normalidad. Igualmente sentía en algunos periodos que me temblaban las manos, piernas, tenía sudores “fríos”, malestar en general. Y tampoco sabía por qué.

 

Después, ya en la localidad donde sufrí el atentado, lo pensé, probablemente en la Capital de provincia donde fui destinado, no supieron diagnosticarme, pero no por fallo del personal Médico, no, muy al contrario, yo nunca comenté que había tenido un atentado y en mi Historial, no estaba reflejado que había sido objeto de atentado terrorista (que es obligación y está legislado por las normas internas que en mi Historial se hubiese reflejado este hecho), por lo tanto el Médico, aún pidiendo mi Historial y, me consta que así lo hizo, no pudo bajo ningún concepto hacerse una idea de que estas disfunciones lo fuesen como consecuencia del hecho en cuestión.

 

Ya en la localidad en la que tuve el atentado, donde pedí destino y pasé en el año 1996, estuve una temporada (unos seis meses), relativamente bien, pero se volvieron a iniciar estos episodios.

 

Cansado de todo, acudí al médico especialista en medicina interna, quién me mando realizar un completo examen físico. Lo único anormal que se detectó fue una “pequeña hernia de hiato”. Y, tras escuchar mi relato de lo que me había ocurrido, me remitió al Psiquiatra; previamente al examen ya me dijo que lo que venía arrastrando era un problema psicológico como consecuencia del atentado (es de significar que este Médico era conocedor de que había sufrido años atrás un atentado).

 

Inicio las visitas con el Psiquiatra y es cuando empiezo a comprender muchas cosas, que me hacen recordar cuando se sucedían los episodios y, curiosamente, todos o la gran mayoría, se presentaban ante el conocimiento por mi parte de algún atentado terrorista, bien con víctimas o sin ellas; normalmente eran más invalidantes estos episodios cuando había víctima, no importaba de quién se trataba. Si era conocida, entonces tenía que guardar cama durante más tiempo.

 

También se presentaban y presentan ante el conocimiento de cualquier actividad por parte de la banda terrorista E.T.A. o de su entorno (homenajes, manifestaciones, concentraciones, etc.). Y también cuando los llamados partidos nacionalistas les dan apoyo, reciben a sus familiares, etc. Y, cuando los llamados partidos democráticos, empiezan a tirarse “piedras” los unos a los otros con el tema del terrorismo, no lo soporto y les he pedido, mediante cartas, e-mails, que ante cualquier evento relacionado con el terrorismo, se reúnan y den un comunicado conjunto de repulsa y apoyo a las víctimas ya que las personas que hemos sufrido un atentado (al menos en mi caso), el enfrentamiento entre ellos, me produce un daño terrible. He tenido ocasión de hablar de estos temas en fechas recientes con otras personas que han sufrido atentados y todos coincidimos en el daño que nos produce.

 

Desde un primer momento (año 1985), he tenido dificultades para hablar del tema, era “tabú”.

 

En el año 1.988, recibo una citación de la Audiencia Nacional en Madrid, para personarme en una determinada hora y día en dicho Organismo; no se a qué voy; únicamente, que es en calidad de Testigo, pienso (¡tonto de mí!) que será, como en otras ocasiones, para actuar de Perito. ¡Pero no es así! Me encuentro, al entrar, con dos de los autores de mi intento de asesinato, así como con familiares de los mismos, algunos de cuales eran conocidos míos, por haberlos detenido en alguna ocasión. Y, se inician las preguntas. Miro a todas partes, estoy solo, no tengo Abogado, no tengo a nadie y se inicia el calvario. Pregunta el Fiscal, pregunta el Abogado de los etarras. Te machacan a preguntas. Y, a una contestación, por mi parte, de “que si los hubiera visto poniendo el artefacto, los habría matado”, soy apercibido por parte del Presidente de la Sala. No sé dónde meterme, quiero desaparecer, pero aún siguen las preguntas ¿Cómo te llamas?, ¿Dónde resides?, menos mal que el Fiscal, me ordenó no contestar, porque mi idea era no hacerlo, pero es una situación esperpéntica. Siempre me he preguntado y me seguiré preguntando ¿por qué no tuve Abogado?, ¿quién tiene la responsabilidad? No se puede ni se debe (por experiencia), permitir que una persona que ha sido objeto de un atentado terrorista acuda solo a estos juicios. Considero que la responsabilidad es del Gobierno, al menos en mi caso, que deja a uno de sus servidores públicos en la más absoluta indefensión. Es por ello que siempre he dicho y seguiré diciendo que soy “VÍCTIMA DE LA ADMINISTRACIÓN”.

 

La sentencia no la conocí, hasta el año 2.000 y porque la pedí, siempre he creído que al ser parte, se te notificaría. Son muchos deslices, mucha dejadez y me pregunto ¿Es siempre igual?

 

Las dificultades han sido numerosas, como para poder recoger todas. Me costaba y me sigue costando mucho, permanecer de pié en cualquier lugar hablando con personas, tengo que sentarme, o de lo contrario las piernas me empiezan a temblar y caigo al suelo. Tengo sensación de taquicardia, dolor de pecho, casi continuo (se me han realizado electrocardiogramas y son todos negativos, no tengo nada). Sequedad de boca casi permanente. Temblores en las manos; últimamente, no consigo dominarlas. Me cuesta mucho concentrarme, tengo que dejar la mayor parte de las cosas sin hacer y volver al día siguiente o al otro. Yo, que siempre me he expresado correctamente, tanto por escrito como oral, desde hace una temporada (entre 6 ó 7 años), cada vez me cuesta más dar con esa palabra o esa frase. Me cuesta expresarme. Creo que en ocasiones tartamudeo. No tengo ganas de realizar ninguna actividad. Me cuesta salir a pasear solo. O ir a ningún sitio solo. No puedo coger un autobús urbano, siento que voy a perder el conocimiento, lo mismo me pasa con el tren. Únicamente me siento seguro si me desplazo con el coche, pero en trayectos cortos. No puedo salir de mi lugar de residencia, si salgo unos kilómetros, siento que no domino el vehículo y que pierdo el conocimiento. Tengo dolor de cabeza. No puedo alejarme mucho ni de mi vivienda, ni del vehículo, si lo he utilizado. La mayor parte de las veces, si hago un recorrido algo mayor, tengo que sentarme en cualquier lugar, ya que la sensación de mareo, de no poder fijar la vista en parte ninguna, es absoluta. Mi actividad sexual es nula, no tengo erección, ni apetencias, de esta forma llevo 7 años. Estoy permanentemente tenso. Me duele al finalizar el día la espalda y piernas, especialmente. En ocasiones tengo ataques de ira, aunque intento sobreponerme (yo que siempre he sido tranquilo). Suelo tener dolor estomacal, en ocasiones seguido de diarreas, así como acidez en el estómago. Ganas de vomitar, en ocasiones, sin poder conseguirlo. Me paso temporadas que no consigo dormir, o duermo poco, con constantes pesadillas (normalmente un 90% relacionadas con el atentado); estoy desactivando artefactos, o deteniendo “comandos”, pero siempre sobre el mismo tema; alternadas con otras temporadas, que prácticamente estoy dormido todo el día y toda la noche. He padecido dos graves episodios de eccema. En ocasiones se vuelven a presentar, pero más atenuadas. Ya en la capital de provincia, y antes en la localidad del atentado, pasé por todo este tipo de experiencias, pero tomaba Tranxiliun 5 ó 10, y a esperar nuevos episodios.

 

Todos estos síntomas que describo y algunos que se me olvidan, ya los tenía en la capital de provincia donde tuve el atentado, lo que ocurre es que eran más llevaderos, y tenía que resistir como pudiese, para evitar la Baja en el Servicio. Como digo anteriormente, si no todos, parte de estos síntomas empezaron a desarrollarse a los dos o cuatro meses del atentado. Con el tiempo han ido en aumento y, se podría decir que desde el año 1988 o 1989, se han ido apoderando de mí, hasta el punto actual, en el cuál soy un “inválido”. Ya que no consigo hacer una vida laboral, social o familiar normal. Lo que me lleva a la desesperación, al tener que depender de alguna forma de mi esposa o hijo. Y, todo ello, a pesar de mi constante lucha, pero siempre o en la mayor parte de las ocasiones soy vencido.

 

Tanto el Médico de cabecera, como el Médico del trabajo, el psicólogo o psiquiatra, me animan y enseñan técnicas de relajación, pero en la calle no me valen para nada, no consigo ir bien. En este sentido tengo que añadir que cuando salgo de casa a andar, voy marcando bien el ritmo de paso, pero a medida que me voy alejando del domicilio, voy abriendo las piernas, de esta forma llevo la sensación de tener mayor equilibrio.

 

Las bajas laborales, cada vez son más frecuentes, largas en duración y dolorosas, ya que los compañeros no las entienden. En concreto pasé todo el año 2000 de baja, previo a bajas de dos a tres meses, durante los años 1986 en adelante.

 

Siempre me encuentro cansado. He llorado mucho, ¡Eso sólo lo sé yo! Y, en muchas ocasiones he deseado haber muerto en el atentado, al menos de esta forma no estaría sufriendo lo que estoy sufriendo desde hace años y a la vez no haría sufrir a mi familia. Y, también sería considerado “víctima del terrorismo” por el Ministerio del Interior y no de esta forma, que no sé lo que soy. En cuanto a mi Institución, vuelvo a repetir, para ellos soy un “estorbo”, ya no les soy útil y me apartan. Los compañeros no se interesan por mi estado de salud, al contrario, si tengo que ir a la Oficina por cualquier motivo burocrático, siempre me entero que han estado diciendo de mi, que lo único que tengo es “cuento”. Pero no llaman para ver cómo sigo. Ya no recuerdan las veces que han tenido que llevarme a urgencias. Ya no recuerdan cómo me han visto, tirado en el suelo, con temblores, sin poder articular palabra, con la boca seca, que me han tenido que vestir, para llevarme a urgencias o a casa. ¿No recuerdan nada? Sólo sé que mi “ALMA” sangra y pierde un trozo cada vez que se comete un asesinato por parte de la banda terrorista E.T.A. No sé que hacer. No tengo apoyo por parte de casi nadie y me encuentro solo, muy solo, demasiado. Algunas personas preguntan, pero no comprenden hasta qué punto he caído. Yo, que era “frío como un témpano”, que me enfrentaba sin temor a la desactivación de artefactos explosivos. Yo, que era el primero al entrar en los domicilios donde se suponía que había terroristas armados. Yo, que he tenido enfrentamientos armados. Yo, que me han pegado palizas y no he sacado el arma. Yo, que he estado en los sitios y con las personas más variopintas y peligrosas. ¿QUÉ QUEDA DE MÍ? ¿DÓNDE ESTÁ ESE VALOR? ¿DÓNDE ESA SANGRE FRÍA?

 

Y, ¿ADÓNDE VOY?, ¿QUÉ FUTURO ME ESPERA? ¿QUÉ FUTURO LE ESPERA A MI FAMILIA? Ella es la que me preocupa, ¿si no fuese por ella?

 

En cuanto al apoyo social o institucional ¿Qué apoyo he recibido? NINGUNO. El Ministerio del Interior reiteradamente ME NIEGA el hecho de ser “víctima del terrorismo”, lo hace machaconamente, una y otra vez, al final, no sólo no me considero “víctima del Terrorismo”, sino ya, lo que es más grave “VÍCTIMA DE LA ADMINISTRACIÓN”.

 

En mi Institución algo tan importante como es un atentado terrorista, y a pesar de que en la redacción de Hojas de Servicios se recoge que se debe anotar todo lo que a un Guardia le ocurra que tenga importancia, no constaba que hubiese tenido atentado, hasta que en el año 2001 en que solicité esta anotación, al observar que no estaba recogida; ¡es demencial!, cuando lo tenían que haber realizado ellos. No sé quién, pero ellos y nunca a instancia mía.

 

Es por ello, que en el tiempo que estuve en la otro Comunidad y a pesar de presentar los síntomas descritos con anterioridad, nunca se relacionaron con el atentado, ya que no constaba en mi Historial y yo tampoco hablaba sobre el mismo, al no ser preguntado en ninguna ocasión por los diferentes facultativos que me atendieron.

 

Estas cosas duelen, máxime cuando has estado la mayor parte de tu vida profesional (33 años), en los lugares y destinos de mayor riesgo y que ¡luego te veas recompensando de esta forma! Ya no les eres necesario, eres “mayor”, han entrado otros para hacerles el trabajo peligroso y ellos a llevarse las felicitaciones y palmadas en la espalda por el trabajo bien hecho, eres un estorbo y sobras, conoces del trabajo más que ellos y no lo soportan, es por ello su afán y obsesión de apartarte y, a la vez los compañeros que se dan cuenta de estas cosas, para seguir bien con los mandos, te van dando la espalda, hasta que al final te encuentras solo. En la actualidad solo mantengo contactos con compañeros que han pasado por circunstancias similares a las mías.

 

Mi vida familiar, social y laboral, nunca ha vuelto a ser como era antes. Ahora, estoy nervioso casi todos los días, pero no por temor a tener un atentado, es por la enfermedad que al paso del tiempo y sin ayuda de ningún tipo se ha ido cronificando, volviéndote casi un inválido. Esto, al menos yo así lo creo, y desconozco si pasa con políticos, pero con Guardias y Policías, SÍ PASA, no tenemos ningún apoyo social, ni Institucional, no nos hacen homenajes, no nos consideran víctimas, etc. Tú y solo tú, tienes que ir de Organismo en Organismo demostrando que has tenido un atentado, es de lo más aberrante que jamás he conocido, en la mayor parte de las ocasiones no te hacen ni caso, das con personas sin sensibilidad para estos temas y, más de una vez y de dos, sales llorando de rabia e impotencia. Es más, hasta la propia Asociación de Víctimas del Terrorismo y a pesar de remitirles por FAX y posteriormente por correo toda la documentación que poseo, incluyendo los Informes Médicos, en los que se recogen claramente que la enfermedad que padezco es “causa efecto” del atentado terrorista, tampoco me consideran “víctima” y por tanto no puedo pertenecer a la misma. ¡Nunca esperé de ellos semejante insensibilidad!

 

Lo más triste para mí es que mis heridas al no ser físicas no se han visto, pero las mismas son “HERIDAS DEL ALMA”, que tanto la banda terrorista E.T.A., como las Instituciones, por partes iguales, me han producido. Estas “heridas” y por la situación de aquellos años he tenido que ocultarlas, pero con el paso del tiempo se han ido agrandando, hasta alcanzar en la actualidad su máximo esplendor; ya cuando, y a pesar del tratamiento a que estoy sometido, no se consiguen mitigar. De haberse diagnosticado a tiempo, con toda probabilidad, según dicen los expertos, estarían cicatrizadas, pero de esta forma, tengo que convivir con ellas de por vida.

 

En la actualidad y tras pasar Tribunal Médico, se me ha diagnosticado un “ESTRÉS POSTRAUMATICO CRÓNICO DE INCIERTA REVERSIBILIDAD” y una “INCAPACIDAD ABSOLUTA PARA TODO TIPO DE PROFESIÓN U OFICIO, COMO CONSECUENCIA DE ATENTADO TERRORISTA”. Así como una discapacidad del 50%. Estando a la espera de la Resolución que el Ministerio de Defensa pueda tomar sobre mi futuro, que puede ser cualquiera. Continúo con visitas periódicas al Psiquiatra y Psicólogo, pero los avances no son como yo quisiera. Parece que he quedado “anclado” en el tiempo.

 

A raíz de los atentados en Madrid del 11 del actual, he estado en cama durante unos días, pero ya me considero con fuerzas para AYUDAR, si ustedes lo consideran oportuno, a víctimas de dicho atentado; tal vez mi experiencia a lo largo de todos estos años y el enfrentamiento a dicha enfermedad pueda ser de ayuda o apoyo a alguien.

 

Cuentan con mi total disponibilidad, para cualquier cosa que me necesiten. Lo único que quiero es ayudar y que no pasen por el calvario que yo pasé, ese olvido social, laboral, institucional, etc., toda vez que es muy duro. ¡Quero ser útil!

 

Carlos

¿Tienes alguna duda o consulta?

Contacta con SEAS y contestaremos a tus cuestiones lo antes posible

    He leído y acepto la Política de Privacidad


    *Campos obligatorios
    This site is protected by reCAPTCHA and the Google Privacy Policy and Terms of Service apply.

    Deja un comentario