Si un individuo reacciona en alguna ocasión con altos niveles de ansiedad ante una situación, ante la que otros individuos no experimentan tanta ansiedad, podemos hablar simplemente de una reacción de alta intensidad, o de una reacción aguda de ansiedad en un nivel no demasiado alto, que es puntual y no extrema. Esto no suele suponer ningún trastorno.

El problema vendría si esta forma de reacción aguda es excesivamente intensa, como en los ataques de pánico o crisis de ansiedad (en los que el individuo no puede controlar su ansiedad y alcanza niveles extremos), o bien cuando se establece dicha reacción aguda como un hábito, es decir, si una reacción de ansiedad de alta intensidad se vuelve crónica, o se vuelve muy frecuente.

La reacción aguda de ansiedad no siempre es patológica, sino que puede ser muy adaptativa. Por ejemplo:

• Si la situación que la provoca requiere una fuerte reacción de alarma que nos prepare para la acción (si se nos exige una gran concentración en una tarea para la que se necesitan muchos recursos de la atención),
• O, si requiere una gran activación fisiológica (porque necesitamos tensar más los músculos, bombear más sangre, más oxígeno, etc.),

Dicha reacción de ansiedad nos ayudará a responder mejor ante esta situación.

Existen unos criterios prácticamente universales para determinar si el comportamiento de una persona cabe diagnosticarlo como un trastorno de ansiedad. Estos criterios están recogidos en las dos clasificaciones de trastornos mentales (o psicopatológicos) más importantes:

• DSM-IV (Asociación de Psiquiatras Americanos, APA)
• ICD-10 (Organización Mundial de la Salud, OMS)

En ambas, son similares los criterios para diagnosticar un trastorno de ansiedad.

¿Tienes alguna duda o consulta?

Contacta con SEAS y contestaremos a tus cuestiones lo antes posible

    He leído y acepto la Política de Privacidad


    *Campos obligatorios
    This site is protected by reCAPTCHA and the Google Privacy Policy and Terms of Service apply.

    Deja un comentario