Noelia Pérez Natividad – Educadora Social – 2023
Soy Educadora Social y Orientadora en comunicación familiar-escolar y quiero hacer hincapié, ante todo, en la necesidad ineludible de que ambos entornos trabajen de forma conjunta. Y os voy a dar dos primeras razones de porque, a mi parecer, es necesario que ese trabajo se realice en equipo.
En primer lugar, hay que tener en cuenta que, dependiendo de la edad, suelen pasar más horas (activas) en el colegio que en casa. En segundo lugar, los/las menores trasladan su “mochila de conflictos internos” de su casa al centro escolar y viceversa.
Ahora, ¿Qué ocurre cuando no identificamos la causa del peso de la mochila? En numerosos casos, nos enfrentaremos a dos escenarios. Uno en el que el/la menor se agota, no aguanta más, se rinde y entra en un círculo vicioso de desmotivación constante, con riesgo de depresión o peor.
Y el segundo escenario es cuando la mochila está tan llena que revienta. Y cuando revienta la mochila, revienta el menor. Sale todo ¡y suele salpicar! Sale la frustración, el enfado, la rabia y sale en forma de violencia, de descontrol y de “Que os den a todos”.
Y aquí viene lo preocupante. ¡Resulta que estos/estas menores dan avisos!¿Y sabéis quién está en primera fila? Los centros educativos.
No quiero que se me enfade el profesorado, porque sé, de primera mano, que no es por falta de ganas o preocupación, sino de recursos, de tiempo y de una lista extensa de factores.
Este es un tema sobre el que podría extenderme y llegaré a ello, porque creo firmemente en la necesidad de que se dé voz al profesorado ya queme consta que tiene mucho que aportar y yo estoy impaciente por escucharlos.
Pero hoy permitidme contar una de mis experiencias y dar tres ejemplos de cómo es posible detectar los avisos de nuestros/nuestras menores si invertimos tiempo y recursos en observar y escuchar. No es tarea fácil ya que, en la sociedad actual, nuestras dos mayores carencias son indiscutiblemente el tiempo y los recursos de los que disponemos.
Para poder comprender el trasfondo de una situación, lo más efectivo es vivirla yes precisamente lo que decidí hacer. Me adentré en el mundo educativo y experimenté, en primera persona, lo que es vivir la gestión educativa desde dentro.
La historia de hoy tiene lugar en un cole en el que ocupé la función de profesora sustituta, pero mi tiempo ahí acabó teniendo otro objetivo y sentido. El tutor dela clase y yo conectamos desde el primer día tras describirle cual era mi trabajo fuera del contexto meramente escolar. Mis funciones de profesora quedaron en segundo plano y me pidió un favor: Que observara su clase porque tenía tres alumnos/as que mostraban una actitud muy difícil / imposible de manejar. Accedí y me puse manos a la obra. Paso a describir brevemente los tres casos:
Caso uno: Un niño que parecía siempre chulearse y que, generalmente, trataba mala sus compañeros. En contrapartida, parecía que se le caía la baba cuando hablaba de su padre, pero tenía a su vez, la mirada inundada de tristeza. Aunque admiraba a su padre, había un sentimiento mucho más fuerte: el echarle de menos. Nunca estaba en casa, no venía a las reuniones o actividades del colegio, no veía sus trabajos de clase, y casi nunca jugaba con él. Ya teníamos el origen de su enfado con el mundo y con el resto de los compañeros que sí, gozaban de la presencia de sus padres.
Caso dos: Un niño con ansiedad y llamadas de atención constantes. Hacía más de dos meses que sus padres discutían a todas horas y estaban pensando en separarse. El padre estaba tan inmerso en el problema conyugal que llevaba semanas sin casi hablar con su hijo. Ya teníamos el origen de su ansiedad y de las llamadas de atención. Se pasaba el día en el colegio mostrando una actitud “intensa” con el objetivo, consciente o inconsciente, de conseguir que el colegio acudiera a sus padres y que, finalmente, le prestaran la atención que necesitaba.
Caso tres: Una niña que calificaban de infantil y que desobedecía cuando le mandaban hacer tareas. No hizo falta más que un dibujo para comprender la situación. Dicho dibujo mostraba su hermana menor fuera del círculo familiar en el que se encontraban su madre, su padre y ella. Ya teníamos el origen que causaba el comportamiento infantil y la actitud desafiante ante las responsabilidades de niña mayor.
Pero toda esta información no me vino por arte de magia. Tuve que dedicar mucho tiempo en observar, escuchar y vincular con los protagonistas de lastres historias. Como decía, no hay tiempo ni recursos suficientes para que el profesorado invierta este tipo de tiempo en cada uno de sus alumnos, a pesar de sus competencias y voluntad de hacerlo.
La solución viene por otra parte, y, entre ellas, hacer comprender al mundo que los colegios están en primera fila y que tienen la oportunidad de detectar y prevenir muchos de los problemas delos/las menores.
Lamentablemente, nuestra sociedad no ha interiorizado la relevancia de los centros educativos tal y como se refleja en el siguiente artículo de Europapress (febrero 2022) – europapress.es.
El 70% de los menores que ingresaron en centros de la Comunidad en 2021eran adolescentes y algunos con serios problemas (europapress.es)
En el artículo dedican un párrafo completo a citar instituciones que detectan casos, pero los centros educativos no parecen considerarse parte de esas «instituciones detectoras», vamos, que ni aparecen en el artículo.
Hay que despertar, actuar rápido para prevenir que haya un % tan alto de los niños que lleguen a la adolescencia siendo un caso de riesgo, y cada vez más, riesgos de suicidios. Y por supuesto hacernos la pregunta correcta: ¿Qué está ocurriendo en el entorno del menor para que esté así? Las causas pueden diversas, pero, ciertamente radican en el entorno familiar, escolar o muy probablemente en el conjunto de ambos… y necesitamos recapacitar sobre el tiempo, los recursos y la formación del equipo educativo para ayudarles, sobre todo desde los departamentos de orientación, a que puedan identificar e intervenir cuando más seles necesita.
Coles, ¡ primera fila!…. ¡primera fila!
Realicé una encuesta a adolescentes entre 13 y 18 años para comprobar el % de alumnos que acudirían o ha acudido a los orientadores de su cole y el resultado fue escalofriante. Sólo un 3%. Muchos colegios tienen un orientador o una orientadora por curso.
El suicidio infantil y juvenil está por fin teniendo «su voz» pero aún nos falta el gran paso y hay que darse prisa.
Los números siguen subiendo
¿Tienes alguna duda o consulta?
Contacta con SEAS y contestaremos a tus cuestiones lo antes posible