La eficacia de las técnicas cognitivo-conductuales y farmacológicas no es una cuestión de fe, o creencias. La psicología y la farmacología son ciencias. Como tales ciencias, regulan la adquisición de nuevos conocimientos usando el método científico.
Cualquier técnica terapéutica, o de tratamiento, desarrollada dentro de una ciencia tiene que demostrar experimentalmente su eficacia. Una vez que un procedimiento terapéutico ha sido probado con éxito en el laboratorio (la técnica en cuestión es más eficaz que el no tratamiento, es más eficaz que el tratamiento placebo, es más eficaz que el tratamiento no específico), los datos de la investigación se publican en una revista científica.
Las revistas tienen un riguroso control de calidad de los trabajos de investigación que se publican. Cada artículo es evaluado por varios revisores anónimos que juzgan la calidad de la investigación, del informe que se va a publicar, etc. Todo ese procedimiento científico avala la calidad de los datos publicados.
Los profesionales especializados siguen formándose después de haber terminado su carrera. Su formación debe actualizarse permanentemente a través de las revistas científicas, los congresos, los manuales recientes, etc. Estos profesionales llevan a la práctica las terapias basadas en tales técnicas. De esta manera, estos especialistas en trastornos de ansiedad, altamente cualificados, conocen la eficacia de las distintas técnicas de tratamiento, saben que no todas las técnicas son igualmente eficaces, saben cuál es la técnica más adecuada para cada caso, etc.
Con todo este desarrollo científico y profesional, los trastornos de ansiedad han pasado, en pocos años, de ser considerados en muchos casos trastornos crónicos que no se curaban, a trastornos que hoy en día se curan en un 80-90 % de los casos, si son tratados por especialistas, con las técnicas adecuadas.
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